“Cada uno de nosotros proyecta una sombra tanto más oscura y compacta cuanto menos encarnada se halle en nuestra vida consciente. Esta sombra constituye, a todos los efectos, un impedimento inconsciente que malogra nuestras mejores intenciones.”
C. G. Jung
La sombra refiere a aquellos aspectos oscuros de la personalidad, a un conjunto de contenidos reprimidos, más otros todavía desconocidos, no integrado al Yo o a la consciencia, y tanto personales como colectivos (sombra colectiva). No se trata de elementos necesariamente negativos, sino negados o desconocidos y que participan de la dinámica de la personalidad en un juego generalmente de opuestos que suele tener consecuencias desfavorables para el individuo. Como aspectos que, sí o sí, forman parte de uno mismo concuerda que jueguen a favor y no en contra. Por ello, conviene entonces trabajar con la sombra para conocerlos o reconocerlos, y así lograr una integración psíquica más satisfactoria.


La relación entre supervisión y sombra no se entiende como conceptual, ni circunstancial, ni mucho menos como sin valor o con una importancia superflua. Este vínculo es inherente al acto mismo de supervisión. Es decir, en este la sombra puede manifestarse, sea la del coach supervisado como la del supervisor. ¿Cómo? Por ejemplo, que el supervisado proyecte un contenido de este tipo en el supervisor y que el segundo haga -inconscientemente- de espejo del primero, o más aun, que sea el coach supervisor quien proyecte aspectos suyos en el supervisado. Siendo que esto sucede de modo inconsciente es fácil imaginar que las consecuencias no serán las mejores para el proceso de supervisión. Si se considera que ya pudo haber ocurrido algo similar entre coach y coachee del caso que se esté supervisando, esas consecuencias pueden multiplicarse o al menos agregar distorsión al proceso. En este último sentido, el del efecto multiplicador o distorsivo, puede hacerse el ejercicio de pensar en una supervisión grupal en la cual además de las sombras individuales podría entrar en juego una sombra colectiva del grupo.
En el ejemplo queda claro que una vía de manifestación de la sombra es a través de la transferencia -y contratransferencia- que se produce entre los profesionales durante la supervisión, o entre coach y coachee en el proceso de coaching supervisado. Esto destaca la relevancia de saber en qué consisten estos dos fenómenos -o uno con dos caras- que conceptualizó S.Freud, si se quiere desempeñar el rol de coach, como de coach supervisor, con el deseo de alcanzar una excelencia profesional.
Aun así, la posible incidencia de la sombra durante un proceso de supervisión no se circunscribe a las proyecciones transferenciales que pueden ocurrir. La sombra está presente en todo momento en uno y en otro coach, lista para influir en sus pensamientos, sentimientos, emociones, creencias, acciones, es decir, en toda forma de expresión, tanto interna como externa.
Por lo tanto, todo trabajo comprometido que el coach supervisor pueda hacer sobre sí mismo para identificar e integrar elementos de su sombra es esencial. Esta tarea responsable trasciende el ámbito personal y alcanza el profesional, pues le permite a su vez ayudar al supervisado a vislumbrar y, eventualmente, trabajar algunos de sus puntos ciegos (valga esta expresión para este contexto como sinónima de sombra). Y a este último, consecuentemente, su propio trabajo le facilita realizar algo similar para con la persona del coachee del proceso de coaching que se está supervisando.
La supervisión constituye, también en su relación con la sombra, un proceso de aprendizaje necesario para el profesional coach. Todo proceso de supervisión es parte del aprendizaje y crecimiento continuo que los coaches hemos de procurarnos. Esta es la visión de 4hara® y es lo que ofrecemos en nuestros servicios profesionales.
Aldo Javier Prizmic Kuzmica, autor
4hara®
Marcela S. Pereyra Rojas, Mercedes Moreno Moreno